sábado, 27 de diciembre de 2008

PUENTE ROMANO SOBRE EL RIO ADAJA EN AVILA.


Algunas partes de este puente, situado sobre el río Adaja, frente a la puerta de la muralla de San Segundo, bien pudiera ser uno de los pocos testimonios que de la época romana han quedado en nuestra ciudad. Consta de cinco arcos y cuatro pilares con tajamar –saliente en forma de proa de barco contra corriente- creciendo, al estilo romano, de espolones –salientes en los pilares al lado contrario al del tajamar, conservándose el estribo al lado oeste. El lomo del puente –parte alta- es horizontal en su mitad oriental presentando la otra mitad caída hacia la parte oeste. Los arcos parten de distinta altura alcanzando sus claves –parte superior- la misma elevación, salvo el de mas amplitud que, enteramente rehecho, aparece más bajo.
Aparentemente el puente fue inutilizado, en fecha indeterminada, destruyéndose totalmente el arco mayor y cortado el resto, roturas claramente visibles aún hoy. En éste sentido decir que aunque lo más probable fuese que la inutilización hubiese tenido lugar en los mismos años de la invasión árabe –hacia el 711-, es también posible que la semidestrucción del puente hubiese sucedido en cualquier momento de la Reconquista cuando, viniendo el río crecido, algún ejercito árabe o cristiano lo hubiese creído necesario para librarse de sus perseguidores o bien cortarles la retirada.
En los tiempos de la repoblación de Ávila –siglo XI- sobre los antíguos y, graníticos pilares romanos, se debió reconstruir el puente con piedra arenisca de la Colilla, muy empleada, en las iglesias románicas en Ávila, pero la poca resistencia al desgaste de esta piedra debió exigir, hacia el siglo XIII, una nueva reparación, cuyos vestigios son seguramente las piedras graníticas de la parte alta rematadas con un pretil redondeado del estilo a los puentes de Santi Espiritu y Romanillos, construidos sobre el Río Chico.










lunes, 8 de diciembre de 2008

LOS HUMILLADEROS EN AVILA.



Los humilladeros lugares devotos, normalmente pequeñas capillas, que proliferaron en el siglo XV y, más aún, en el XVI estuvieron antaño situados en las afueras de las poblaciones –donde aún se ven en muchos pueblos- pero hoy, casi todos, han sido absorbidos por el caserío urbano, viniéndoles quizás el nombre genérico “humilladero” de la finalidad que perseguían que no era otra que la de postrarse ante ellos, para orar, las personas que llegaban o abandonaban la población.
Actualmente los más importantes y conocidos de Ávila son los siguientes:

LOS HUMILLADEROS EN AVILA.


CUATRO POSTES.

Este sencillo humilladero situado al oeste de la ciudad, en la orilla derecha de la carretera que se dirige a Salamanca, levantado seguramente sobre otro más antiguo consiste en: cuatro sencillas columnas de unos cinco metros de altura y un dintel superior que ostenta, en el punto medio de sus lados, el escudo de Ávila; y en el centro del conjunto, una cruz de unos tres metros de altura que sustituye a la original destruida por unos bárbaros en los días de Semana Santa del año 1995.
Este granítico monumento que fue construido en 1566 por el maestro cantero abulense don Francisco de Arellano, fue dedicado a san Sebastián recuperando así este santo, en cierto modo, la advocación que perdió décadas antes de dedicarse la que fue su ermita a San Segundo.
Hay quien cree que donde hoy se encuentra este humilladero pudo existir en época romana, algún edificio sagrado dedicado a algún Dios protector de la ciudad opinando otros, que se pudo levantar en época posterior, en honor de la Santa Cruz.
Otra versión de su origen es que se estableció aquí para servir de estación a la tradicional romería que todos los años iba desde Ávila a Narrillos de San Leonardo, pueblo próximo a la capital, donde se veneraba a este santo francés –compañero del rey Clodoveo y convertido con él al Cristianismo en el año 496 tras la Batalla de Tolbiac- traído a Ávila para ser venerado por los caballeros franceses que vinieron a España para tomar parte en la Reconquista.
Hay también quienes afirman seguramente equivocados- que cuando se escaparon de casa con la intención de ir a tierra de moros para sufrir martirio. El monumento se hizo para rememorar el lugar en que don Francisco de Cepeda, tío de San Teresa, encontró a ésta y a su hermano Rodrigo cuando se escaparon de casa con la intención de ir a tierra de moros para sufrir martirio.
Sea como fuere la historia de este humilladero ha estado siempre unida a la leyenda contándose de él, entre otras cosas, que cierto año, se declaró una epidemia en la ciudad optando el Cabildo por dirigirse en romería rogativa al referido pueblo de Narrillos de San Leonardo.
Como tras la referida romería a San Leonardo cesó la epidemia, se institucionalizó anualmente la misma afirmando algunos que, para servir de estaciones, se levantaron varios humilladeros –seguramente cruceros- ubicándose uno de ellos en el mismo lugar que hoy ocupa éste de los Cuatro Postes.Pero dejando aparte su historia y leyendas, los Cuatro Postes constituye un espléndido mirador para observar la ciudad, en especial por las tardes cuando el sol queda a nuestra espalda, pues desde él se contempla: todo el recinto amurallado, la Ermita de San Segundo –junto al puente del Adaja; las iglesias de Santa María de la Cabeza, San Martín, el Centro de Exposiciones y Congresos a punto ya de concluir su construcción, el Centro Teresiano Sanjuaniego también a punto de su inauguración y el convento de monjas de la Encarnación- todo en el barrio norte; etc.

LOS HUMILLADEROS EN AVILA.


ERMITA DE LA SANTA VERA CRUZ O DEL SANTO CRISTO DEL HUMILLADERO.

Esta ermita de la Santa Vera Cruz –verdadera cruz- llamada también del Santo Cristo del Humilladero o del Cristo de los Ajusticiados, está situada a tan solo unos metros al sureste del ábside de la Iglesia de San Vicente.
Cerca de este lugar existía a principios del siglo XVI, una pequeña capilla –seguramente un humilladero- en torno a la cual se constituyó en ese tiempo, a partir de otra hermandad ya existente, La Cofradía de la Santa Vera Cruz título que tuvo su origen en la creencia de que la hermandad poseía un trozo del madero en el que fue crucificado Jesucristo que por cierto, según la tradición cristiana, fue descubierto, al igual que el sepulcro del Salvador, por santa Elena, esposa de
Constancio Cloro y madre de Constantino “el Grande”.
Al ser insuficiente este local para acoger a todos los cofrades la hermandad consiguió en el convento de San Francisco, a través del padre fray Francisco de Peñafiel -guardián del mismo-, una capilla de las existentes en el recién construido claustro situando allí la San Cruz.
En 1548 la cofradía compro a la Iglesia de San Vicente un pequeño solar, existente frente a ella, levantando allí, entre esta fecha y 1550, el humilladero que hoy conocemos.
Terminado el humilladero la intención de la cofradía fue trasladar su sede desde San Francisco a este lugar pero tal cosa no pudo realizarse por surgir problemas con los curas de San Vicente quienes querían oficiar los actos religiosos de la hermandad, sustituyendo a los franciscanos, a lo que se negaron los cofrades de la Santa Vera Cruz. Por esta cuestión la hermandad interpuso un pleito que primero perdió por sentencia del obispado pero que terminó ganando, tras apelar a Roma, en el año 1594. Pese a esto el humilladero quedó durante siglos como la segunda capilla de la hermandad que siguió teniendo su sede en el Monasterio de San Francisco hasta que fue suprimido en los años de la francesada.
En 1540 la Vera Cruz, al igual que venían haciendo otras hermandades de Ávila, decidió ampliar su campo de acción religioso dirigiendo también su actividad a obras asistenciales de cariad cristiana, en especial hacia los condenados a muerte de las cárceles acompañando a estas personas durante sus últimas 24 horas de vida dándolas consuelo humano y auxilios espirituales. Cometido que concretamente consistía, en preparar una sala donde el condenado pudiera pasar dignamente las últimas horas de su vida, situación que se denominó “estar en capilla” , acompañado por algunos cofrades de la hermandad y de la imagen del Santísimo Cristo al cual, por este hecho, se le conoció popularmente como “el Cristo de los Ajusticiados”.
Muerto el reo los cofrades se encargaban de cumplir sus últimas voluntades, ayudar a sus familiares pidiendo limosna, e incluso darle sepultura si este era la voluntad del finado aunque este último cometido fue también realizado por las cofradías de Las Ánimas del Purgatorio, sita en la Iglesia de La Magdalena, y de los Enterradores del Cristo de la Luz
En 1842, por el peligro que la misma ermita sufrió, como consecuencia del nuevo trazado de la calle que junto a ella transcurre –hoy avenida de Portugal- la cual, al elevar su nivel, dejo semi sepultada –como hoy se ve- la facha sur donde antaño se encontraba la puerta principal del humilladero.
Y por ultimo decir que la situación de deterioro en que esta ermita se encontraba, en la década de los ochenta, hizo que la Junta de Castilla y León llevase a cabo unas reparaciones en ella que consistieron, entre otras cosas, en: la renovación de la cubierta; la apertura de la puerta oeste, por donde se accede a la capilla; la colocación de las rejas que protegen las puertas y ventanas; la iluminación del edificio; la instalación de la calefacción; y el traslado del Cristo de los Ajusticiados a la hornacina de la pared este para que pueda ser contemplado y venerado por todos los visitantes.

LOS HUMILLADEROS EN AVILA.


SANTO CRISTO DE LA LUZ.

El humilladero del Santo Cristo de la Luz consiste en una pequeña ermita gótica cuya construcción, sufragada por don Juan Núñez Dávila, data del año 1467.
Situado en la parte sureste de la plaza de San Ana, esta fabricado en granito y decorado por impostas de bolas –propias de aquellos años-, salvo el añadido cuerpo oeste, antaño de ladrillo, remodelado últimamente en anaranjada mampostería granítica.

En este reducido santuario se ubicó la “Real Cofradía de la Misericordia y del Santísimo Cristo de la Luz” creada durante el Pontificado del Obispo de Ávila, don Pedro González -1743, 1758- y según la propia cofradía en 1692, bajo el amparo del Santísimo Cristo de la Piedad y de la Virgen de la Misericordia. Y por cierto que el nombre de “la luz” podría significar la luz eterna que disfrutaran las personas que mueren en la fe cristiana.
La Hermandad de los Enterradores, que actuaba en los mismos casos que la de la Vera Cruz y la de Las Ánimas del Purgatorio –ajusticiamiento de reos- y que tenía por función enterrar a estas personas;¸a aquellas que quedasen abandonadas por guerras, epidemias, delitos, etc,; y sobre todo, a las monjas de clausura, recibió la aprobación de sus estatutos por el Consejo de Castilla y tiempo después por el mismo Rey de España, Fernando VII “el Deseado”. Esta cofradía, que realizaba su trabajo sin cobrar cantidad alguna, se constituyó por doce personas llegando en breve tiempo, a ser cuarenta –hoy supera el centenar- las cuales, para llevar a cabo su obra de misericordia, se constituyeron en turnos de cuatro por mes adelantándose uno o los que fuesen necesarios si los difuntos eran numerosos, cosa que ocurría en tiempos de epidemias u otras desgracias, pues cada turno no enterraba más de una persona por día.
En relación con esta Cofradía de enterradores se dice que los miembros de la misma mantuvieron duras discusiones y elevaron pleitos por el agravio que sufrían en relación con los hidalgos abulenses quienes por enterrar a uno de sus miembros –trabajo que realizaban doce de éstos- quedaban eximidos durante un año de pagar impuestos mientras que ellos desempeñaban permanentemente este trabajo en número de cuatro sin disfrutar por ello de ninguna exención.
En el interior del humilladero se encuentra un pequeño retablo con cinco pinturas recién restauradas y, en su cuerpo superior, un pequeño crucifijo, quizás del siglo XVI, tallado íntegramente en piedra, además, distribuidos por las paredes, se encuentran varias pinturas –San Antonio, la Virgen de la Misericordia, san Ambrosio…-, un relieve del Santo Rostro y, guardado en la sacristía, un féretro, magníficamente tapizado, destinado antaño a introducir en él durante el velatorio, el cuerpo de la monja se había de enterrar.
Y para terminar los estatutos aprobados en la última reunión de la asamblea general en 1993, fueron ratificados por el Obispo de Ávila, Antonio Cañizares, estableciendo entre otros, y como fines de la hermandad; Ejercitar la obra de misericordia de dar cristiana sepultura a las religiosas de clausura de los conventos y monasterios de la ciudad de Ávila que lo soliciten.

LOS HUMILLADEROS EN ÁVILA.

VETUSTA Y BLASONADA FUENTE DE "EL PRADILLO".


HERMITA DEL RESUCITADO.


Esta pequeña ermita llamada del “Resucitado” se encuentra al norte de Ávila, en el lugar llamado “El Pradillo”, sitio desde donde se observa una bella panorámica de toda la parte norte de la ciudad en la que destaca majestuosa, como presidiendo todo el escenario, la imagen de la Catedral.
En otros tiempos este lugar debió ser muy bello pero hoy ha perdido parte de su encanto pues sus alrededores se encuentran invadidos por modernas edificaciones que acosan y arrinconan la ermita, siendo también pena que hasta la vetusta y blasonada Fuente del Pradillo, que junto a ella se halla, aparezca llena de pintadas y con su agua contaminada.
En esta pequeña ermita, antaño humilladero situado en las afueras de la ciudad –como era habitual- radican actualmente las Cofradías del Santísimo Cristo Resucitado y de Nuestra Señora del Buen Suceso cuya historia abreviada es la siguiente.
A finales del siglo XVII un grupo de fieles pertenecientes a la parroquia de San Andrés constituyeron en este humilladero, entonces ruinoso, la”Cofradía del Resucitado” para promover la devoción a la imagen de este Cristo comenzando sus actividades reformando el edificio entre los años 1685 y 1698.
Tras varias décadas de actividad la Cofradía del Resucitado celebró su primera procesión, en torno a esta ermita, en 1751 y dos años mas tarde, su primer itinerario urbano pasando por las iglesias de San Andrés, del Carmen Calzado, San Juan, San Pedro y San Tomé procesión que tradicionalmente ha continuado celebrando hasta nuestros días, la mañana del Domingo de Resurrección –excepto 1836 y 1837 en señal de duelo por los tristes días que, con Mendizábal, sufrió la Iglesia- portando la imagen del Resucitado.
En 1944 se fusiono en acto celebrado en la parroquia de San Andrés presidido por el obispo de Ávila don Santos Moro Briz con la Hermandad de “Nuestra Señora del Buen Suceso” constituyéndose la actual “Cofradía del Santísimo Cristo del Resucitado y de Nuestra Señora del Buen Suceso” las cuales realizan conjuntamente la procesión, sacando ambas imágenes, el Domingo de Resurrección.
La pequeña edificación bajo la cual se cobijan estas dos hermandades, se encuentra recién reparada de forma que su aspecto exterior la identifica muy poco con lo que representa siendo unos de los pocos vestigios que quedan de su construcción original: la piedra del dintel de la puerta en la que figura la siguiente inscripción, “Esta obra se hizo de limosnas de hermanos y devotos del Santo Cristo Resucitado año 1693”: y unos flameros, bastante deteriorados, en la parte alta de la fachada principal que da al sur.
Todos los años, el Domingo de Resurrección, tiene lugar la procesión y popular romería a esta ermita donde se celebra la comida del hornazo, verbena y la correspondiente subasta de los objetos donados al Cristo por los devotos de la hemendad
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